En la sala de espera
de estos ojos cerrados
hay atada una flor
a un cordel muy, muy largo.
En la sala de espera
de este otoño sin respiración,
cada rostro es la cruz
de un pastor sin rebaño.
Pasan por aquÃ, quieren olvidar
su condición de marionetas;
un artista más en el Festival de la Paciencia.
En las salas de espera
de entrevistas e infartos,
de estaciones ausentes,
nadie es de ningún lado.
Pasan por aquÃ, quieren olvidar
su condición de marionetas:
un artista más en el Festival de la Paciencia.
Pasan por aquÃ, van a subastar
calma, control y noches en vela.
No pueden salir, nadie quiere entrar;
no hay ida y vuelta.
En la sala de espera
ya no hay sillas ni bancos.
Sólo hay voces urgentes,
nadie aguarda sentado.
Pasan por aquÃ, van a subastar
calma, control y noches en vela;
otro artista más en el Festival de la Paciencia.
Pasan por aquÃ, quieren recordar
cómo y por qué se vieron en ésta.
No pueden salir, nadie quiere entrar;
no hay ida y vuelta.