Rodriguez Silvio
Dias Y Flores
Santiago De Chile
Allà amé a una mujer terrilblellorando por el humo siempreternode aquella
ciudad acorraladapor sÃmbolos de invierno.
Allà aprendà a quitar con piel el frÃo
y echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma.
Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.
Allà entre los cerros, tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
Allà yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.
Allà nuestra canción se hizo pequeña
entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.
Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.
Hasta allà me seguió, como una sombra,
el rosto del que ya no se veia,
y en el oÃdo me susurró la muerte
que ya aparecerÃa.
Allà yo tuve un odio, una vergüenza:
niños mendigos de la madrugada,
y el deseo de cambiar cada cuerda
por un saco de balas.
Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.
André Velloso - Rio de Janeiro, Brazil
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